viernes, 25 de julio de 2008

Tamara, la Data Entry

En su box carga datos, siquiera habla con alguien,
carga nombres, números y variables.
En la mayoría de los casos repleta de ignorancia acerca
de qué diablos significa semjante cantidad de guarismos.

Tamara en su box, por eso, piensa. Y se frustra.
Porque su trabajo es monótono e insípido,
y porque esa rubia de labios morados
regalona de trasnoches de pasión
aún no la llamó.
Ni le contesta los mensajes.
Ni nada.
De nada.

"si la hubiera hecho esperar un poco mas"; "¡¿por qué hice ese chiste tan estúpido?!"; "por qué gemiré tan alto"; "debería habersela lamido mas"; "¡Por qué soy tan estúpida!"; "Y con esta celulitis"...

Piensa que siempre es la misma,

Y sigue entonces...
2 [tab]; 45 [tab]; 0 [tab];...

sábado, 19 de julio de 2008

Tamara la Trasnochada

La ojerosa Tamara
en su box
pensaba

“Escribo un verso silencioso
que trasciende los límites
de mi cansancio de trasnoche,
del dolor de mi pecho
por mi amigo herido
con mi palabra como sable
y por la duda
¿será mi amigo realmente?


¿Por qué detenerse en amigos ausentes?"

El verso laborioso se cuela
en la mañana comercial de julio,
y grita el hambre de las tripas.


"¿Qué estoy pensando?" piensa,

"De lo hecho, de lo lindo.
¿de quién la ausencia y el silencio?
Quien mas que mi sueño de anoche
difuminado en la
noche de bar dadaísta,
y en mis sabanas un desvelar
de piernas roces y humedades,

con aliento a cerveza,
con amores silentes.

Cuanta nostalgia sin nombre
pensamientos de burbujas


Trabajar trasnochada tiene sus bemoles

y que dulce melodia es vivir
sin pensamientos”

La ojerosa Tamara no trabajaba,
no se bañó a la mañana.
Olía su mano, y al hacerlo
derrapaba el pensamiento,
sonríe complice de sí misma,
y piensa en no pensar mas pavadas

Que feliz está Tamara,
¡tanto tiempo sin trabajar trasnochada!

viernes, 4 de julio de 2008

Sabrina, Silvana y la Alemana Platinada

Cuando entraba a ver esa película, completamente sola y con pollera, se sentía liberada. Sabía que se encontrarían tarde o temprano con ese ser virtual que hacía tiempo conocía sus secretos a través del teclado.

Se sentó, acomodó su cartera al costado con su tapado claro encima, cubriendola. Estiró su pollera a cuadros, cuidó que las tablas no se desmarcaran. Subió sus medias negras unos centímetros encima de las rodillas, rozando con sus yemas suaves su propia entrepierna. Imaginó como la tocaría esa desconocida que tanto sabía de sus secretos. Cruzó las piernas y esperó. Sabrina la sorprendería...


Comenzó la película y nadie se había sentado a su lado. Una rubia platinada remarcaba un alemán gutural en la pantalla y ella sentía el ritmo de su discurso en la palpitaciones de su vagina. Ese idioma entraba en sus entrañas y su esfuerzo por comprender el hilo de la película luchaba contra el deseo de meter de una vez su propia mano entre sus piernas.


Miró a los costados, nadie en su fila. Tres asiento por debajo una pareja. Unos mas allá de ellos un bohemio cincuentón de boina bebía de una petaca de plata. Ella no pudo evitar pensar en el metal frío apoyandose en su cuerpo, dejando caer un hilo de whisky escocés por el ombligo de esa amante ausente. La melodía alemana continuaba llenando el ambiente, y con las piernas abiertas y las mejillas rojas ella miraba, con la mandíbula desencajada hacia la pantalla, rozandose cn suavidad la pelvis...


Se abre la puerta del cine y una figura de curvas tapadas por un entallado sobretodo negro, con sombrero rojo y ladeado, entra. Pasa por su lado, y se sienta detrás de ella. Los minutos hicieron una ronda infantil entre ellas; se fueron; un perfume mezcla de tabaco y canela se esparce en sus sentidos. Siente entonces en su oido derecho el mas suave y perfecto "shhh... soy yo....", con la mano le corre el pelo, y desliza la lengua por el lóbulo de su oreja. Con una mano le toma el cuello, con la otra le eleva el cabello ensortijado y lamiendole la nuca con ternura y paciencia la muerde despacio, "tocate" le dice, y con quieta soltura se para, adelanta una fila y se aproxima.


Silvana suspira sintiendo esa extraña conocida que se acerca. Sabrina se arrodilla frente a ella, la mira a los ojos y se quita el sombrero. Lo apoya sobre la cartera, le sonríe de lado y apoya sus manos sobre cada tobillo. La suave textura de esas medias de seda se mezclan con la tierna manera de deslizar la yema de sus dedos hasta las rodillas. Las abre, la pollera de tablas se estira, y ella deja caer su cintura, que como sus parpados, desmayaron de deseo.


Toma una media y la desliza hasta abajo subiendo luego con las lengua hasta llegar a la entrepierna, y sumirse en la perfecta sensación de no encontrar ropa interior como obstáculo hacia su objentivo ardiente. La muerde despacio. Ella gime, más despacio todavía. "Shhh" le dice, mientras la roza pacientemente con los labios. La alemana platinada discute con euforia, mientras lujuriosa se sumerge Sabrina entre esos labios hinchados y húmedos.
Entra en ella, y así escondida entre butacas la venera como diosa del placer, le entrega cada parte de su ser en cada intromision a ese cuerpo húmedo y palpitante, que cada vez mas se desliza hacia el piso. Una mano en la cadera la sube de nuevo, cuando ella en un inmenso suspiro desesperado se muerde la muñeca, por no gritar.


La alemana platinada se confunde en un beso final, y ellas se acomodan en sus butacas disimulando, las luces se encienden, acomodan cabellos, medias y polleras. Se limpian la boca, y se ríen con tanta complicidad. Los títulos suben, las luces se encienden y ellas se besan.


Se paran y caminando entre las butacas silvina le susurra
-"feliz aniversario mi amor, dejé el champagne en la heladera, y los palmitos en la alacena, compraste la salga golf?"
-"¡uy no! me olvidé..."
-"siempre la misma... pasamos por el mercadito?"
-"y dale amor..."